miércoles, febrero 08, 2006

Chupa chupa Madinedo o la tristeza de 11.000 Km.

09:00 am.
Hoy debería entrar a la mazmorra a las 10:00 pero me han colocado una entrevista a las 9:00 y pese a salir una hora antes de casa, veo que llego tarde porque el tras la "Guerra de Madrid" el megalomaniaco líder de los matritenses (ARuGa, Alberto Ruiz Gallardón) ha decidido reconstruir la ciudad toda de una vez.

09:20 am.
Llego tarde, en el hall me encuentro el prototipo de asiatica en proceso de pasarse de fecha, que me mira con aspecto de reproche desde el metro cuarenta escaso. La distancia de puntos de vista y el sonido de sus respetuosas quejas en un perfecto chabacano (m. Lengua mixta de español y dialectos indígenas que se habla en algunos lugares de Filipinas.) así como el sonido de su voz a lo más puro estilo Erick Kartman disfrazado de puta vietnamita... Hacen que el intento por aguantar un suspiro se convierta en un intento por aguantarme la risa.

10:10 am.
Me encuentro mal, esta mujer lleva llorando más de media hora, lleva 13 años aquí, durante los diez primeros años tenía tres trabajos para poder traer aquí a su familia ahora dice que está mucho mejor ya que sólo tiene dos. De chacha filipina en "la Moraleja" y en su tiempo libre cocina en un restaurante. Se ha dejado su juventud en traer a sus hijos y ahora no la mata el trabajo la matan ellos.

08:30 pm.
Acabo de colgar el teléfono a una amiga que ha emigrado cerca de aquí (ella es de lejos) y me cuenta las ventajas de estar desplazado.

08:31 pm.
Comparo, pienso, concluyo:

Qué tipo de vida puede llevar a una mujer joven a separarse 11.000 km. de su familia, durante 10 años, trabajar sin tregua en busca de un futuro mejor para sus hijos.

Pero aún más, que tipo de vida es esta que cuando consigue su deseo y se los trae a este "mundo mejor" en vez de colmarla del gozo bien merecido, la castiga con el odio de sus hijos, con maltratos por parte de estos y nos hace llegar a todos a la conclusión de que mejor para los cuatro habría sido quedarse desnutriéndose y sufriendo los abusos de los caciques a las afueras de Manila. Allí al menos habrían tenido enemigos comunes y se habrían querido.

El problema del tercer mundo, no son ellos, somos nosotros. Somos nosotros los enfermos que todo lo infectamos. Ellos sólo son pobres.