lunes, diciembre 07, 2009

Ejercicio IV

Los observaba en la distancia al resguardo de sus miradas, desde la protectora obscuridad que le procuraba el dintel de la puerta. No sabía qué hacían, de qué hablaban, porqué sufrían o reían. ¿Qué había llevado al jorobado a adoptar esa postura? ¿Y al joven estar allí? ¿O al adulto a abrazarlos?

No le producían envidia, ni ninguna otra pasión, pero no podía dejar de mirar embobado la escena de esas tres extrañas personas. En aquel lugar, tan anacrónico, tan atípico.

Detrás de él la obscuridad, delante... nada; Una visión, quizás un reflejo de vida... Pero todo ello tras el cristal.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

escibe más a menudo que es la única forma de saber de ti.
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Irving el navegante dijo...

Gracias M. es bueno saber que sigo en tu memoria. Tu también en la mía.

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