sábado, febrero 28, 2009

Relato corto II

Los amantes compartían su secreto ocultos en los aledaños del bosque con sus manos entre cruzadas contemplaban la vida que habían creado sin saber que hacer o que decir. Mas allá de los límites del bosque estaba la ciudad con su alta almena y su mirada vigilante, con sus reproches y su incomprensión.

¿Cómo habían llegado a aquella situación? ¿Porqué habían tenido que ocultar su amor? ¿No habría sido más sencillo exponerlo al mundo desde el principio?

Ahora contemplaban el cuerpo muerto de su pequeño engendro sabiendo que algo se había roto y no se volvería a juntar. sabiendo que pasarían el resto de sus vidas escuchando...

"- Ese fue el que..."
"- Mira como..."

a escondidas, siempre detrás de ellos cuando ya habían pasado. Pero ese camino además lo harían solos. Se miraron a los ojos y su supieron que sería la última vez que lo harían.

A M.

martes, febrero 17, 2009

A E.

Me soñé derrumbándome sobre la mesa,
llorando y golpendo mis puños con rabia.
Me soñé odiando y rebozándome en mi furia,
pero no me soñé perdido, no me soñé contigo.

viernes, febrero 13, 2009

Relato corto I

El hombre en la niebla caminaba por ella sin conciencia de que ésta existía, había estado toda su vida sumergido en esta y jamás había chocado con nada. Lo único que distingúa era un arco al fondo que le indicaba donde terminabaan sus dominios.

La niebla le llenaba, le protegía y le mantenía alejado.

Suponía que más allá de la niebla debía haber algo más, pero nunca se había parado a pensar que sería, ni mucho menos pensado en ir más allá de esta.

Un día escuchó algo abajo a su derecha, era un sonido como el de su propia respiración, se acercó y encontró un cuerpo que dormía envuelto en una fuerte ropa de abrigo.

Se preguntó ¿Quién es? ¿Qué hace aquí? Pensó en comunicarse con él (o ella) pero como nunca había salido de su cubículo no había tenido nunca que hablar... y por tanto no supo que decir así que se sentó y esperó hasta quedarse dormido sin conocer siquiera el rostro del desconocido (o desconocida) que había roto su monotonía.

A la mañana siguiente lágrimas corrieron por sus mejillas, el desconocido (o desconocida) ya no estaba... ahora por primera vez en su existencia se sentía solo.